Título: “Un
gran descubrimiento. Doce cuentos japoneses”
Autor: Varios
autores.
Editorial: Quaterni
Ciudad Fecha:
Madrid 2015
Género: Narrativa,
evidentemente cuentos.
Otras notas de interés: Sin ilustraciones y con muy pocas
notas pero muy bien puestas y esclarecedoras, sin ser éste su principal mérito
sí que deja aportaciones interesantes.
Comentario: El propio título nos lo cuenta casi todo, se trata de una
selección de doce relatos breves de ocho de los mayores narradores del s. XX y
en alguna ocasión de la transición del XIX al XX. Todos estos elementos que
deberían hacernos su lectura más cercana no acaban de hacerlo. La mirada
peculiar de la cultura japonesa, a menudo,
nos desconcierta en exceso, dejándonos, por decirlo así, un poco en el
aire. Por ejemplo el relato “Sushi” de Kanoko Okamoto con un final abierto,
abiertísimo en realidad nos deja un poco, hablo desde mi exclusivo punto de
vista, descolocados ante qué ha querido relatar en esas pocas páginas. Otros,
en cambio, nos resultan más fáciles, al menos a quienes tenemos cierta
costumbre de lidiar con la narrativa japonesa como “El hombre toro” de Anushi
Nakajima en la que aborda en tradicional tema de la venganza tan propio del
mundo del Medievo japonés, o, del mismo autor “La luna sobre la montaña” donde
se adentra en el mundo semisobrenatural, el apego y las consecuencias del
mismo. No hay un tema que una los relatos de manera que la muestra del panorama
de la época retratada es mucho más rica abordando desde la ciencia ficción a la
manera más medieval de abordar un tema. Incluso hay un relato “Corre, Melos” de
Osamu Dazai que pertenece a la tradición occidental pura y dura, creo recordar
que la primera vez que lo leí fue en “Las mil y una noches” y luego se ha
repetido ad infinitum, incluso en la versión animada de hace unos pocos años de
Simbad el marino. Está clara la influencia de ciertos contactos con la cultura
occidental, diría más bien anglosajona, en varios de los autores pero, desde mi
punto de vista, salvo el ejemplo de Dazai esos contactos no llegan a alterar, a
tocar la médula de la mirada del escritor japonés.
Calificación
personal: 8
Habrá que leerlo, estoy de acuerdo en que abordar el alma de la cultura japonesa para un occidental es ardua tarea.Nosotros tomamos un cafelito para animarnos con la cafeina, hoy mientras tomaba el te en Futagawa Shuku, en la sala de te del Honjin, la sensei me explicaba que el japones se toma el te mientras lee las palabras colgadas en la pared y las medita, observando el pequeño y hermosamente sereno jardín que teniamos delante, teina y contemplación, en fín, hermosa cultura dificil de absorber y a pesar de eso, que enamora
ResponderEliminarY llega a ser una especie de adicción, no sé si al mundo pasado o al futuro.
ResponderEliminarUn abrazo