lunes, 10 de noviembre de 2014

Junichiro Tanizaki: "Diario de un viejo loco"

Título: “Diario de un viejo loco
Autor: Tanizaki, Junichiro
Editorial: Siruela
Ciudad Fecha: Madrid 2014
Edición original: 1961-62 ¿?
Traducción: Del inglés, lo que desmerece, Maria Luisa Balseiro.
Género: Narrativa       pags.144 p.
Precio: 17’40
Calificación personal: 8
Si a palo seco un español tuviera que poner titulo a esta obra no sería “Diario de un viejo loco” sino “Diario de un viejo verde”. La habitual sutileza japonesa chocaría aquí brutalmente con la rudeza que nos caracteriza. Personalmente yo dudaría y mucho a la hora de elegir entre uno de ambos títulos.
Tanizaki es un maestro de las formas más enfermizas de erotismo como lo ha demostrado en tantas obras pero aquí yo diría que camina por el filo de la navaja entre el dueto trágico y eterno entre el eros y la parca, o mucho peor aún, entre el eros y la enfermedad. ¿Hasta qué punto el erotismo que describe es enfermedad (locura) o simple erotismo de enfermo? Por eso nunca podría decidirme entre viejo loco o viejo verde a la hora de poner título.
En formato diario, como el título indica, un anciano (de los años 60, o sea no tan anciano aunque sí enfermo) adinerado nos va dejando ver la atracción que siente por su nuera, mujer de su único hijo varón y que convive en la casa junto con su mujer, el servicio y la enfermera. Satsuko, la nuera ha sido antes de casarse cabaretera de gran belleza que ha fue la única causa del matrimonio pese a la oposición materna. La chispa vital de una mujer en nada tradicional destaca sobre el entorno más conservador del resto de la familia. Esa atracción poco a poco se va volviendo más y más “perversa”, ella juega con él y al mismo tiempo le da alegría y vida. El anciano, enfermo, ni siquiera ve motivo para frenar esa atracción por la mujer de su hijo y por las relaciones de ella con otros hombres permitidas –y hasta casi fomentadas-. Los ejes pues de la novela, corta, son ella y los diversos padecimientos del hombre que se entrelazan. Con un final para el que no encuentro nombre pero que dudo que ningún occidental hubiera trazado.
El sentimiento general según se avanza en la novela es de angustia, primero por el juego de lo que llamaríamos –también con nuestra rudeza de pata negra- una sacona de cuidado y luego cuando ella va perdiendo ese fácil perfil al mismo tiempo pero no relacionada con ello, que la enfermedad, enfermedades mejor dicho, van cobrando mayor importancia. La manera con que se nos informa de la medicación, la tensión arterial, los sustos, las pulsaciones es meticulosa y casi clínica, en parte de los episodios finales es directamente clínica, hace que esa angustia de la que hablaba no nos abandone.
Fuera de la historia el anciano hace ciertas reflexiones que resultan interesantes sobre las formas de vida, las casas, las ciudades, las religiones y su relación con ellas, especialmente brillante es la visión que ofrece del Tokyo moderno. Entre líneas detectamos las formas ritualizadas de relaciones sociales más o menos íntimas, especialmente dentro del matrimonio, que resultan interesantes.
Sintetizando: novela de fácil lectura, en absoluto banal, y de un extraño y morboso erotismo. Yendo un paso más diría que inquietante y que quizás prefigura los autores que darán un paso más entrando en universos más sangrientos pero de erotismo no mucho más enfermizo.